El
transporte es esencial en nuestra civilización,
por tanto mientras se puede asistir a bajadas del 30%
en la facturación en algunos sectores el transporte
permanecerá. En las crisis se transporta más
por unidad de PIB.
Es verdad que el descenso de actividad en la construcción
está sometiendo a los sectores de transporte que
lo sirven a una dura reestructuración, y que los
descensos en las ventas de automóviles hacen lo
propio con los portavehículos; pero no es menos
cierto que el transporte tiene más capacidad de
adaptación porque está en continuo cambio.
Lamentamos parecer optimistas cuando el mundo raya en
entrar en una gran recesión como la del 29 fruto
de la irresponsabilidad de los financieros y bancos centrales
que han atizado la hoguera de la liquidez hasta que les
ha explotado; pero el transporte debe darse cuenta que
es esencial.
Que no porque se baje el precio o haya más camiones
en la flota habrá más cargas y que es un
negocio complicado donde en tiempos de crisis los inexpertos
se van al traste pronto porque no tendrán quien
les financie ni quien les de retornos.
Es la oportunidad para los que creen negocio a fuerza
de circuitos medianamente equilibrados y con precios decentes.
No va a ser un escenario para los débiles de corazón.
Tampoco lo debería ser, como dice el presidente
de una asociación, para aquellos que han hecho
de incumplir la reglamentación su modo de hacer
fortuna.
Los transportistas están cansados de ciertos comportamientos,
al hilo de la suspensión de pagos de Paconsa y
Fresh Liner, un gran transportista murciano juzgaba a
su entorno diciendo que como era posible que habiendo
un requisito para ejercer la profesión de transportista
llamado Honorabilidad, como podía darse el caso
de que algunos siguieran ejerciendo como transportistas.
La reiteración de multas, con saldos que exceden
700.000 euros, sin que se ordene el sector es lo que puede
que convierta esta crisis en un desastre, en vez de en
una mal que traiga un sector renovado, moderno y saneado.
Saneado es la palabra clave. Si el transporte no llega
al convencimiento de que hay que cobrar lo justo y se
marginalizan las conductas que van contra el mercado,
esto no se superará pronto y para bien.
Seguramente las multas no deberían ser tan altas
pero la permisividad ante la reincidencia de comportamientos
sólo puede dar lugar a un sector empobrecido donde
huelgas y paros, como las que se han padecido y se anuncia
para noviembre, sean moneda común. El precio del
gasóleo dará un respiro.
Hay oportunidades dentro y fuera y el saber hacer de la
empresa de transportes es un bien escaso y valioso, aquí
y en todas partes.
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