REVISTA LOGÍSTICA TRANSPORTE Y ALMACENAJE - 22/02/2017
Análisis.

Los efectos postales en 10 años todos calvos.

La reforma de Correos. Los intereses de unos y otros y lo inevitable.

Correos es noticia porque un nuevo informe pone en evidencia que debe ser reformado. Periódicamente salen estos informes, algunos de ellos con ocultos patrocinadores, que "quieren ayudar a Correos". Pero la verdad es que a los efectos postales se les puede asimilar a ese refrán de en cien años todos calvos pero quitándole un cero.

En cualquier caso, sea cual sea su motivación, son bienvenidos. Aunque su propósito no se extienda a reformar todos los correos europeos ni en hacer un lobby que verdaderamente pusiese sobre la mesa la encrucijada en la que se encuentran los correos. Son bienvenidos porque el Correo español como el resto necesita de una larga reflexión.

El último de estos informes apunta a datos conocidos, pero que son interesantes.

En primer lugar, que el negocio de los efectos postales, las cartas sobre todo, es un negocio que ya está comprobado que viene a caer un 10% al año. También que su continuada caída ha hecho perder la esperanza en que tenga un suelo próximo.

El cálculo es sencillo, que este ritmo de caída y eso sin tomar drásticas medidas, que podrían tomar las administraciones no solo españolas de en bien de la ecología y del ahorro energético prohibir las comunicaciones en papel, como ya prevé la ley, para recibos, facturas etc...

Eso sería catastrófico para los correos y para el español porque provocaría caídas del tráfico postal todavía superiores a las del 10% o el 15%.

Un segundo dato relevante es que, según este estudio, el Correo español es más dependiente en su facturación que el resto de correos europeos de este negocio postal.

El panorama, aunque su descripción pueda ser interesada, no es alentador.

A este ritmo, el negocio postal desaparecerá en diez años. Y como puede haber esos cambios de digitalización forzosa puede que sea antes. En cualquier caso, los correos trabajan con la idea de que el negocio postal los hará totalmente inviables.

El reto, que conocen bien en Correos, pero que no está demás recordar porque empeña en ello a más de 55.000 personas que trabajan en el, es que este negocio de los efectos postales tiene fecha de caducidad.

Esto también incide en que el servicio postal universal, como lo conocemos, y su necesidad seguramente desaparecerá en menos de una década, y no por la vía de los contenciosos o de la simple constatación de que las empresas privadas pueden cubrir ya de sobra ese servicio postal universal, sino que sencillamente desaparezca.

Esta es una situación que debe encararse con mucha más claridad por parte de los gobiernos, el Estado, los grupos parlamentarios y los sindicatos.

Esconderse bajo ensoñaciones de que va a ser posible mantener el empleo de los carteros y el personal de Correos con el negocio actual es una falsa entelequia.

Los directivos de Correos actuales lo saben mejor que nadie, otra cosa es que sus sindicatos quieran darse cuenta.

Hasta ahora todo esto se está paliando porque en la misma medida que esto baja, suben las tarifas. La subida de la tarifa postal este año es descomunal comparado con la inflación y responde a, como han hecho el resto de correos europeos, compensar una caída del 10% en el tráfico con una subida equivalente en la tarifa para intentar compensar la caída en facturación.

Pero eso no sirve. Simple y llanamente acelerará aún más el paso del papel a lo digital voluntariamente.

En el caso del correo español esto se ha enmascarado porque ha habido dos procesos electorales, más los procesos electorales autonómicos que añaden unos cuantos millones a la facturación.

El plan para el Correo español y para otros, y para todos los correos ha sido traspasarse al negocio de la paquetería, que con el comercio electrónico está en expansión a un ritmo del 12% y el 17% anual. Para Correos la esperanza es que ese crecimiento de la paquetería del comercio electrónico en España llegue a los 14.000 millones de euros, y que Correos teniendo un 20% de cuota de mercado lograse facturar esos 3.000 millones de euros que le permitiría mantener la plantilla actual.

Este es un plan que suena muy bien sobre le papel, pero que a día de hoy no se proyecta como real con los datos actuales.

El correo español factura unos 2.000 millones de euros, y si es verdad que el comercio electrónico aumenta rápidamente, el correo español no está logrando captar esa cuota del 20% de la paquetería nacional, que en el futuro será en gran mayoría la derivada del comercio electrónico.

Su filial de paquetería privada, Correos Express, está limitada por los continuos ataques de los operadores privados, y también públicos de otros correos sobre su capacidad de expansión y sus tarifas.

Por así decirlo está limitada y se ha autolimitado en la agresividad en el mercado.

Por otro lado, en la parte del correo puro, el que entendemos de los carteros de amarillo, está intentado captar más paquetería derivada del comercio electrónico. Tiene éxito con los acuerdos con Alibaba y el reparto del comercio electrónico venido de China, pero los carteros españoles tienen difícil su adaptación de momento al comercio electrónico.

Rutas fijas, horarios fijos, entrega a una hora determinada como hacen los carteros con los efectos postales, cada uno en su distrito y lo hacen con eficacia, se adapta hoy muy mal al comercio electrónico como se conoce en España.

El fracaso del concepto de puntos de conveniencia, o drop points, que no son abrazados por la población hacen que los carteros tengan muy difícil competir con los repartidores de las empresas privadas, y a sus bajos precios.

El intento de Correos de complementar al cartero con las taquillas electrónicas, Homepaq o Citypaq, tampoco está dando todo el resultado planificado.

El despliegue en los domicilios es muy caro, muy lento y además, sometido a varios problemas, entre otras cosas porque aunque a los usuarios les parezca estupendo no se ve un uso masivo de ellos, y menos en relación coste beneficio del despliegue. Por las mismas razones por las que no utilizan los puntos de conveniencia actuales.

La otra vía de Correos es la instalación de taquillas automáticas, las Citypaq, en lugares públicos, estaciones de metros, autobuses, gasolineras, supermercados y otros.

Nos encontramos con la poca disposición del español a utilizarlos.

Solamente un ámbito donde parece que se encuentra más aprobación, y siempre y cuando el coste del reparto de paquetería subiese y le costase al usuario o a las empresas de ecommerce más los envíos uno a uno que la entrega en las taquillas, son las taquillas en los lugares de trabajo.

Esta es una experiencia que se están encontrando los promotores del concepto de los puntos de entrega de conveniencia, que parece mucho más prometedor, pero para eso también hay que conseguir que las empresas acepten y reconozcan que estas taquillas de comercio electrónico son útiles a la sociedad, y que no les perjudica el promocionar que sus empleados utilicen las oficinas, y sus ordenadores para hacer comercio electrónico, que después ven asociada con la entrega cuando salen de la oficina.

Estas taquillas electrónicas en los lugares de trabajo, oficinas, hospitales, centros de la administración, si que tienen un uso mayor, pero tienen que sortear estos problemas de concepto legal y de comportamiento que no son fáciles de superar.










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